Calentar un hogar con aerotermia -los aparatos de aire acondicionado- es un 25% más barato que hacerlo con una caldera de gas natural, y prácticamente la mitad si la comparación se hace con una caldera de gasóleo, según los estudios de Toshiba. Además, según la normativa, se estaría generando energía renovable.
Los aparatos de aire acondicionado son bombas de calor, que transfieren la energía desde un foco frío a otro caliente o viceversa, es decir, convierten la energía térmica del entorno en calor útil. Este entorno puede ser la atmósfera, y se habla de aerotermia, el subsuelo -geotermia- o el agua, refiriéndose a la hidrotermia.
Lo habitual es que las bombas de calor, al funcionar, ofrezcan más energía de la que reciben. A una escala comercial, los aparatos de aire acondicionado aportan tres o cuatro kWh térmicos por cada kWh eléctrico de insumo para hacer el intercambio energético con el entorno. En laboratorio, ese rendimiento llega a ser de uno a 10, es decir, por cada kWh eléctrico producen 10 kWh térmicos.
Toshiba, uno de los principales fabricantes de aparatos de aire acondicionado, con la intención de promocionar sus productos, ha comparado el gasto en el que incurre un hogar real para calentarse si utiliza la aerotermia o si utiliza calderas convencionales, tanto de gas natural como de gasóleo C, y los resultados son extraordinariamente favorables a la primera.
Una casa grande de Vizcaya
El fabricante japonés ha escogido una vivienda unifamiliar de 180 metros cuadrados en Zalla (Vizcaya), una zona fría del país. El gasto en calefacción que precisa este hogar para cubrir sus necesidades anuales -estimadas en 20.000 kWh térmicos- varían de los 687 euros en el caso de la aerotermia, a los 937 euros en el caso de una caldera de gas natural, y a los 1.293 euros en el de una caldera nueva de gasóleo C y los 1.572 euros en el de una caldera antigua. Es decir, en el peor de los casos, la aerotermia consigue producir los 20.000 kWh térmicos precisados un 25 por ciento más barato que la siguiente opción.
La explicación de este menor coste está en la menor necesidad de energía de las máquinas. El aire acondicionado -con un rendimiento del 300 por ciento- sólo precisa 6.667 kWh eléctricos para generar los 20.00 kWh térmicos, mientras que las otras dos tecnologías exigen más energía: 20.747 kWh en el caso del gas natural y 21.930 kWh en el de la caldera nueva de gasóleo C.
Además, de acuerdo con la legislación, cada kWh que la bomba de calor consigue captar del ambiente y convertir en calor útil se considera renovable. Eso sí, únicamente si se emplea para calefacción, no para refrigeración, porque los países del sur de Europa -y España en particular- rechazaron esa opción cuando se negociaba la Directiva europea de energías limpias.
Volviendo al caso que nos ocupa, la tarifa eléctrica considerada es la Conect@ Luz de Iberdrola con discriminación horaria, mientras que en las otras dos se ha considerado la tarifa regulada (TUR) del gas y la de gasóleo calefacción.
Eso sí, el hogar tuvo que incrementar la potencia eléctrica contratada de 3,1 kW a 4,4 kW para obtener la cantidad de calefacción deseada.
Los contadores individuales bajan otro 25%
La instalación de repartidores de costes de calefacción y válvulas termostáticas permite ahorrar un media del 24,7 por ciento del consumo de calefacción en las viviendas de edificios con calefacción central, según un estudio de la Universidad de Alcalá para la Asociación Española de Repartidores de Costes de Calefacción. Los ahorros energéticos medios de las 1.349 viviendas analizadas corresponden a unos 7 GWh, equivalentes a ocho meses de consumo de energía eléctrica de una vivienda tipo.
El informe confirma que entre las medidas orientadas a ahorrar energía en las instalaciones de calefacción centralizada, el uso de repartidores de costes y válvulas termostáticas es la más eficiente. Y que este tipo de medidas, además, evita una media de 61 toneladas de CO2 al año.
Según una Directiva europea, de obligado cumplimiento para los países miembros y que España debería haber transpuesto ya, un total de 1,7 millones de viviendas dotadas de un sistema centralizado de calefacción deberían haber instalado contadores de agua y calefacción.